Se afirma que en estos días la cosa es peor porque la economía presencia una deflación de ingresos de la población en los últimos meses en todos los niveles y en todos los sectores. Hubo recorte de salarios, suspensiones de personal, anulación de horas extras, simplemente como reacción frente a la recesión-depresión que lleva cuatro largos años. Si el mercado no late y no tiene manera de activarse las empresas castigan por el lado del personal.
Y surge otro dato que sobresalta: en estos días, en la principal región del país, casi seis millones de personas (el 50% del total poblacional) viven desempleado. Es más que los 5 millones de ciudadanos que se alcanzó durante la hiperinflación que dimos cuenta.
En ese marco de pobreza, motorizado en gran parte por las subas en los alimentos, lo que más creció fue la indigencia. Es indigente quien gana al menos de 6.060 pesos.
La pérdida salarial es el principal de la económica. La gente consume menos, lo que se traslada en un descenso en las ventas, en menor producción y en mayor ajuste en las empresas. Por esta misma vía, el desempleo sigue creciendo y podría rondar, sin exagerar, el 70 % de la población activa.
La enseñanza económica indica que la reposición salarial sería la mejor medida para reactivar la demanda que en la Argentina retrocede día a día.
Pocas veces ha quedado tan claro que los salarios no son los responsables de la inflación. Como correlato incomprensible se afirma que un eventual ajuste salarial realimentaría la inflación. Frente al argumento oficial se puede afirmar que hoy tenemos inflación en ascenso con los salarios estacado.
Los mayores precios se están debiendo a la pérdida de horizonte actual pero también a los sobrecostos emergentes de empresas que cuentan con gran capacidad ociosa porque no hay demanda interna.
El gobierno sostiene que la reactivación vendrá por el lado de las inversiones. Pero un alza eventual de las inversiones es el resultado de que el peso se desaparezca por depresion a esta moneda y no a aumentos en la oferta. Así, los precios internos empieza a caer tiendo a la subir a los niveles descontrolado, alimentado la inflación.
Por donde se lo quiera mirar, el salario no puede ser acusado de nada. Es una variable de ajuste que sirve para achicar la economía familiar y por la vía de la devaluación ya planteada, colocar a la Argentina con salarios de republiqueta.
Los salarios representan, en promedio, menos del 35% de los costos de producción. Una tentativa de corrección salarial hacia arriba tendría una incidencia menor en los costos totales, pero ayudaría a reactivar el consumo. Se estima que este año la inflación podría rondar el 45%. Otras voces en el establishment visualizan una inflación del 70%. ¿El gobierno piensa mirar al costado en este punto? No hay peor batalla, asegura el refrán popular, que la que no se emprende.
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