Al pasar el tiempo uno creería que esto de las parejas interraciales es algo que el colectivo natural de las personas acepta como una relación de pareja normal, pero resulta que la cultura popular continúa emitiendo una serie de prejuicios sociales con respecto a lo blanco y a lo negro, como si las personas fueran un color y no seres humanos pensantes, que sienten y forman parte de nuestra sociedad.
Las parejas interraciales se ven inmersas en estereotipos absurdos, cuando aun en una sociedad que pareciera moderna, tolerante e incluyente, son importantes otros puntos de vista frente a la condición humana, en donde todos hacemos diferentes actividades como turismo, vida social, religiosa, económica entre otras, donde conviven distintas culturas y personas.
Al decir de alguien que es blanco o negro, es posible que pensemos que pertenece a una categoría biológica definida por su color. Mucha gente cree que la pigmentación de la piel refleja la pertenencia a una raza, entendiendo esta como la define la Real Academia Española en su segunda acepción: “cada uno de los grupos en que se subdividen algunas especies biológicas y cuyos caracteres diferenciales se perpetúan por herencia”. Y sin embargo, esa noción, en el caso de nuestra especie, carece de sentido. Porque desde un punto de vista biológico, las razas humanas no existen.
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