No hizo política para enriquecerse, sino para dignificar la vida.
Pepe Mujica no solo fue presidente de uno de los países más estables, fue un símbolo de humildad, coherencia y lucha por la justicia social.
El mandatario destacó que la humanidad puede unirse más allá de la paz a través del "diálogo entre civilizaciones". Refirió una propuesta de Pepe Mujica sobre cambiar el nombre de América del Sur por "Amazonia", y subrayó que, al mirar el mapa, es posible encontrar un "eje vertical" que conecte civilizaciones, abriendo la puerta a un diálogo fluido entre ellas para avanzar hacia la unidad global.
Nuestra América del Sur está sembrada de hombres y mujeres que sembraron política para los Pueblos. Ojalá sepamos y nos animemos a recoger tanto de lo sembrado para dar vuelta la desgracia en la que nos envuelven. Tengamos menos tristeza y más memoria en acción.
Pepe Mujica, un gigante latinoamericano que nos enseñó que se puede hacer política sin soberbia, sin lujo, sin vanagloria, pero con una convicción inquebrantable de transformar el mundo.
Tuve la suerte de conocerlo y escucharlo. Lejos de encerrarse en la nostalgia, seguía pensando en el futuro: en el litio, el cambio climático, la necesidad de una izquierda capaz de cambiar sin perder su alma.
No hablaba de sí mismo, hablaba del continente. De lo que debíamos hacer. De lo que aún podíamos ser.
Su muerte duele, pero su legado es un llamado permanente a actuar con humildad, valentía y amor por los pueblos de América Latina. Gracias por tanto, Pepe.
Hoy creo firmemente que el proyecto de integración de América Latina, pasa por contruir, como la Unión Europea, una Unión que en el corazón de la América Latina y el Caribe, de el paso decisivo a la integración
América Latina y el mundo entero por la sabiduría, pensamiento y sencillez que lo caracterizaron. Externamos nuestra tristeza y pésame a familiares, amigos y al pueblo de Uruguay.
Su legado no muere: florece en cada conciencia que despierta.
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