Ahora, a defender todo lo que le pertenece al pueblo trabajador, al país, a la Patria.
El resultado del balotaje del 22 de noviembre tuvo la virtud de mostrarnos, en clave de disenso electoral, una aproximación al trazo grueso que divide la sociedad argentina.
Un poco menos del 50%, votó convencido de la necesaria continuidad del rumbo que, desde 2003, venía ampliando derechos democráticos y mejorando la situación material del 95% de la ciudadanía (trabajadores rurales y urbanos; PYMES de la industria, el comercio y los servicios; jubilados; profesionales, artistas, científicos, estudiantes…).
Un poco más del 50%, avaló la instalación en la Casa Rosada de un proyecto político conservador que expresa los intereses de un minúsculo sector, el 5% de la sociedad (compuesto por grandes empresarios industriales, exportadores y financieros; la oligarquía diversificada y sectores altos de la clase media). Todos en estrecha dependencia del capital financiero internacional.
No llegamos a tiempo. Subestimamos el poder de fuego de los medios corporativos. Nos confiamos. No pusimos suficiente oído a nuevas demandas sociales. Enviamos señales contradictorias en plena campaña electoral. Sembramos confusión en nuestras filas y en amplios sectores de la sociedad. No cuidamos debidamente la unidad del peronismo y del FpV. Esmerilamos de manera increíble a nuestro propio candidato. Y dejamos la palabra cambio en manos de los conservadores, que le vaciaron el contenido transformador y la llenaron de globos de colores.
Las primeras medidas tomadas por el nuevo gobierno ratifican los peores vaticinios. Como si un grupo comando de grandes patrones hubiera tomado el poder por asalto.
Ante el estupor de propios y ajenos, a puro decreto y prepotencia, Macri atropelló la Constitución Nacional, la Procuración, el Congreso, y organismos autárquicos como RTA, AFTIC, AFSCA. El tan prometido diálogo y consenso se trastocó en un abierto intento por eliminar la Ley de Medios y silenciar voces discrepantes, y en un mensaje autoritario de Macri a la sociedad (“Que, cuando digamos blanco, todos entiendan que es blanco”).
La anunciada revolución de la alegría resultó una asonada pequeña, mezquina. En un solo acto, con eliminación de retenciones, libre exportación de alimentos, desregulación del mercado cambiario y eliminación de subsidios a los servicios, transfirieron decenas de miles de millones de pesos desde los bolsillos ciudadanos a las arcas de un minúsculo grupo de patrones monopólicos.
Sólo el peronismo puede revertir esta dramática situación. Debemos vigorizar a ese peronismo transgresor, que puso el cuerpo enfrentando dictaduras, no entregó el alma al neoliberalismo, reverdeció bajo las conducciones de Néstor y Cristina, y levanta siempre con convicción y consecuencia las banderas de la justicia social, la independencia económica, la soberanía política, la integración de la Patria Grande.
Sólo el peronismo puede revertir esta situación. Pero no el peronismo solo. Necesitamos fortalecer y ensanchar las filas del FpV con sectores independientes y de otras fuerzas políticas, dispuestos a restablecer en el país el rumbo nacional, popular y democrático. Debemos volcarnos a militar en los territorios y en todas las organizaciones naturales de los trabajadores y el pueblo. Desarrollar el debate, la participación, la organización, la movilización. Apoyar esa labor desde las redes, con un lenguaje persuasivo, orientado a convencer, a sumar.
Ahora, a defender todo lo que le pertenece al pueblo trabajador, al país, a la Patria. En lo inmediato, enfrentemos la escalada feroz de los precios. Que se realicen cientos, miles de cabildos abiertos, reuniones barriales, mateadas públicas, asambleas sindicales en todo el territorio nacional. Que se debata en clubes y centros de jubilados, en encuentros de vecinos, en fiestas y reuniones familiares. Exijamos el mantenimiento del poder adquisitivo de la población. Rechacemos el ajuste por abajo: que los precios se retrotraigan al 1º de noviembre de 2015.
Defendamos los puestos de trabajo, la producción nacional. Un país que no produce, ya lo vivimos, es presa tierna del capital financiero, de los fondos buitre. Defendamos las instituciones republicanas, la democracia representativa auténtica. Digamos NO a la estrecha democracia de la derecha.
Que haya bienestar y paz. Que se celebren las fiestas con familias felices.
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