Es cierto: el café instantáneo roba mercado en la Argentina, con marcas casi genéricas como Nescafé y Dolca (de la misma empresa, Nestlé) y Arlistán (que lanza el Arliscafo para posicionarse como la preferida acá). Asociado a imágenes matutinas y siempre hogareñas, con familias tradicionales de mamapapanenenena, hace tres años Nescafé quiso modernizar la imagen de un producto elegido por los consumidores menos sofisticados y alejado de toda noción de refinamiento. Imaginate: te tomás un café y al toque te miran y se empiezan a lengüetear…
La mitad de la población mundial toma café instantáneo. El año pasado, las empresas del ramo facturaron 71.000 millones de dólares y esperan que, para el 2019, la cifra crezca a 35.000 millones, según un informe de la consultora Euromonitor. ¿Quiénes toman café soluble? Unos 23.000 millones de personas y, más que nada, los bebedores amateurs. Según los expertos en la infusión, el café para batir es una puerta de entrada al consumo y después, en muchos casos, deriva hacia métodos de preparación más sofisticados. La región de Asia/Pacífico es más bebedora de café instantáneo (en Australia, el país más “soluble” del mundo, alcanza el 75% del mercado) y, en Latinoamérica, los países fanáticos de revolver son Uruguay, Chile, Paraguay y México. En la actualidad en la Argentina se toma 191 tazas de café al año por habitante, de ese total, 99 tazas corresponden a café soluble. El mayor porcentaje de ese consumo (71%) ocurre en el hogar, lugar en que el 85% de las personas bate el café. Las variedades de café soluble La Virginia, Arlistán y Cabrales se disputan el podio que tiene Nestlé con Nescafé Dolca. “Que haya marcas reconocidas en la Argentina te obliga a estar un paso adelante y a mejorar”, remarca Rodríguez Pardal. Para ella, el desafío es seguir conquistando a quienes prefieren beber infusiones en su hogar. Es que al ser una marca instalada, su crecimiento en volumen es pequeño, mientras que los nuevos mixes lo hacen a un ritmo de entre 4 y 5 puntos cada año. Nescafé Dolca viene en presentaciones de frascos de vidrio de 170, 100 y 50 gramos. Su última innovación es la versión en stick, un formato innovador para el mercado argentino que busca impulsar el consumo individual fuera del hogar. “Cuando contaba que estaba haciendo un curso de barista (especialista en café de alta calidad), el chiste venía por el lado de la chantada de que alguien tuviera que enseñar a preparar un café -cuenta-. Se consume en (casi) todos los hogares, lo sirven en todos los bares, ¿Quién no sabe hacer un café? El café se toma así, y punto, te discute un montón de gente frente a un pocillo sobre-extraído, quemado y que te va a dejar con sed todo el día por el nivel de astringencia“. Y es que, en estos momentos, la divisoria de aguas aparece constantemente: los que creen que saben de café, pero que recién ahora se despiertan ante un mundo nuevo de posibilidades, y los que saben de café, pero tienen dificultad para comunicarlo para no ser considerados snobs. Agregar a eso el hecho de estar hablando de un producto que, si bien no se produce aquí (el 100% del café es importado), es considerado patrimonio nacional, y el debate escala.
No hay comentarios:
Publicar un comentario